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miércoles, 16 de diciembre de 2009

Las salas del Museo

A través de estas líneas intentaremos adentrarnos por las estancias de casa Batanero, muchas de las cuales se han mantenido intactas, en su lugar original.
A esta casa se accede por un patio empedrado donde, en su tiempo, se disponían los corrales. En la planta baja nos encontraremos con el horno, la bodega y espacios dedicados a la agricultura y oficios como el de herrero y el de carpintero. Subiendo a la primera planta (donde se hacía la vida propiamente dicha) podremos contemplar la cocina con un espléndido hogar, una alcoba y salas dedicadas a la ganadería e indumentaria popular. Concluye la visita con las piezas dedicadas a la artesanía textil y a los juegos y juguetes infantiles.
Y ya en la tercera, en la estancia que antaño se reservaba para palomar, visitaremos el cuarto del “diablo del museo”: Pedrón. Este personaje nació de la tradición oral de la zona. En Sobrepuerto (zona Norte de Serrablo) se decía que en los años de malas cosechas un personajillo tragicómico andaba revolviendo por los cajones para comerse los trozos de pan que quedaba. Pedrón encarna el Ideario del Museo, una mezcla amable y pedagógica entre lo mejor del pasado y el mundo más justo que todos deseamos, entre la cultura local y el encuentro universal.
Una de las estancias cuya función original se ha respetado y se ha abierto recientemente al público es la "falsa" o desván, verdadero trastero, donde iban a parar todos los trastos viejos, rotos o los que no se utilizaban frecuentemente. En su visita podremos observar además la estructura del tejado con un entrecruzamiento de vigas muy particular.
En esta misma planta se exponen instrumentos de la música popular junto con la obra de Ángel Orensanz.
Tras esto, atravesaremos el pasadizo y ya en el edificio contiguo, contemplaremos los dibujos etnológicos de Julio Gavín, un telar del siglo XVII y un espacio dedicado al ciclo de la vida. Descendiendo una planta llegamos a la sala dedicada a la religiosidad popular, centrada principalmente en las romerías. La última planta del edificio gira en torno a la arquitectura popular, reservando un rincón al pueblo de Ainielle, como ejemplo del fenómeno de la despoblación rural.
Volveremos sobre nuestros pasos para salir del museo.
El museo se completa con una biblioteca especializada, que lleva el nombre del ilustre etnólogo Rafael Andolz Canela, una sala de audiovisuales y ya en el exterior podremos pasear por el jardín etnobótanico dode accederemos a una sala dedicada a la medicina popular que alberga diversos remedios empleados antes con el fin de sanarse.